Por: Manuel Farías Viguera, Rector CFT Estatal Región de Coquimbo.
Una de las consecuencias más evidentes de la pandemia ha sido la precarización laboral, la pérdida de empleos y el cierre de los emprendimientos y empresas de distinto tamaño. A la fecha de este artículo, el desempleo supera los dos dígitos en nuestro país, lo cual es un indicador de lo afirmado recientemente.
Además, también hemos visto como han nacido nuevos emprendimientos y otros se han ido reconvirtiendo, teniendo como eje el uso de las tecnologías y plataformas digitales, así como la incorporación de la logística de distribución a pequeña escala.
Han aumentado los empleos, aunque con condiciones laborales precarias, en el sector del delivery de productos alimenticios y las empresas -tanto de retail o de otros productos de venta masiva- han incorporado como principal actividad la venta online.
De la misma manera, se ha profundizado en la modalidad del teletrabajo e incluso se ha legislado en torno a ello, buscando igualar las condiciones laborales que las empresas e instituciones públicas entregan a sus trabajadores.
Hemos visto un auge de la telemedicina, con consultas online y otros servicios digitales, así como también un aumento de los trámites en línea tanto en el sector público como en el privado. Han disminuido los viajes de trabajo interregionales y han sido reemplazados mayoritariamente por teleconferencias. Tanto las escuelas como las instituciones de educación superior han implementado experiencias virtuales de aprendizaje no exentas de complejidad tanto para docentes como para alumnos.
Empiezan a aparecer o masificarse empleos tales como el de “community manager”, administrador logístico, marketing digital, diseñador y programador de aplicaciones, cobranza en línea, mesas de ayuda digitales, administrador de plataformas y aulas virtuales, docentes en línea, diseño instruccional, sistemas de call center, entre otros.
Muchos de estos empleos requieren nuevos entrenamientos en los trabajadores y emprendedores para los cuales es necesario diversificar la oferta laboral existente en nuestro país. Además, sumamos el natural avance de la industria 4.0, basada en el uso intensivo de las tecnologías digitales, Inteligencia artificial, manejo de grandes volúmenes de datos, blockchain management, cloud computing y robótica.
Adicionalmente existe una necesidad de repensar la sociedad privilegiando la economía social, la economía creativa y circular, con el objetivo de hacerse cargo de la demanda por construir un país más justo, equitativo y solidario.
Por tanto, este desafío debe ser abordado con iniciativas que deben provenir tanto del Estado como del sector privado, privilegiando la implementación de un gran Plan de Formación en nuevas Competencias Laborales, orientadas a diversificar la oferta, modernizar la actividad productiva y privilegiar a los trabajadores y emprendedores tanto individuales como de empresas cooperativas.
Este plan debiera ser implementado no sólo por organismos técnicos de capacitación, sino especialmente por Instituciones de Educación Superior tales como los Centros de Formación Técnica Estatales que ya estaremos desplegados por todo Chile a partir de este primer semestre.
La definición de este plan debe ser articulada por los ministerios del Trabajo, Economía y Educación, coordinada con los gobiernos regionales y ejecutada por los CFT Estatales o alianzas entre centros estatales y privados. Experiencias como estas existen en muchos lugares del mundo y en particular en países donde el desarrollo de la educación técnica es muy avanzado como en Canadá, Finlandia, Australia y Nueva Zelanda.
Invito a las autoridades a mirar esta posibilidad, los CFT estatales debemos ser también un vehículo de políticas públicas y no actores aislados en este desafío que tenemos como país.